La Ruta busca recuperar la herencia ancestral de la cocina tradicional.
La Ruta de la Hermandad es una estrategia de patrimonio cultural cuyo propósito se centró en posicionar el patrimonio cultural gastronómico como elementos para la cohesión y construcción de identidad territorial en las comunidades del barrio Nelson Mandela y el corregimiento de Bocachica en Cartagena de Indias. Para ello, se desarrolló un proceso de documentación, revaloración, fomento y posicionamiento de los saberes culinarios mediante el relevo intergeneracional y la potencialización de economías locales.
Transmision de saberes
Para la Ruta de la Hermandad la preservación y salvaguarda de la herencia ancestral gastronómica, manifestada en la cocina tradicional es de vital importancia, por lo que se abrieron espacios para la trasmisión de saberes ancestrales de fritos típicos, a través de intercambios Intergeneracionales entre matronas y jóvenes con edades entre los 14 y 17 años de edad.
Un espacio de la palabra enfocado en compartir la experiencia de vida, la manera en la adquirieron los saberes, el tiempo dedicado a este, el uso adecuado de los ingredientes y las formas de preparación. Los jóvenes motivados y con el asombro de lograr realizar los fritos típicos con sus propias manos, procedieron a degustarlos, creando un espacio de reflexión sobre la importancia de atesorar la herencia gastronómica.
Las comunidades étnicas históricamente han utilizado sus saberes y tradiciones como oportunidades para la supervivencia, no obstante, en la actualidad, esta transmisión de conocimientos se han visto afectado por los escasos procesos de interrelación entre las mismas y el poco reconocimiento a la importancia de los saberes ancestrales, portadores y del rol de las nuevas generaciones para la conservación de la identidad cultural, limitando incluso el acceso a oportunidades de circulación del patrimonio cultural en sectores económicos.
Esto se refleja aún más en las cocinas tradicionales, escenario natural de transmisión intergeneracional que, a pesar de su aporte a la construcción de la identidad territorial, es una práctica relegada por las nuevas generaciones y que requiere ser reconocida, valorada y potencilizada para generar una línea base que permita desarrollar acciones de conservación y transmisión comunitaria, así como para su posicionamiento en el mercado local.